La tortuga y la liebre, el cuento de la semana
La tortuga y la liebre es un cuento infantil que narra la rivalidad que se generó entre estos dos personajes. Una competencia definirá quién es el ganador y más respetado por los demás animales, ¿quién ganará?
En medio del bosque había un amplío círculo, libre de árboles, en el que los animales que habitaban aquellos contornos celebraban muchas competiciones deportivas.
Una elegante y esbelta liebre tomó la palabra:
- Soy veloz como el viento, y no hay nadie que se atreva a competir conmigo en velocidad.
Un pequeño conejo gris, soltando una carcajada y con suma ironía insinuó:
- Yo sé de alguien que sí te podría ganar.
- ¿Quién? preguntó la sorprendida liebre.
- ¡La tortuga!, ¡la tortuga!
Todos los animales presentes soltaron varias carcajadas y se escuchaban arengas como: ¡La tortuga y la liebre en carrera!, ¡un duelo!
La liebre que se encontraba al centro hizo callar a todos.
- ¡Qué cosas se les ocurren! Yo soy el animal más veloz de todo el bosque, nadie puede retarme a una carrera.
La liebre se dirigió al mercado de lechugas, donde la tortuga era vendedora de estos comestibles, y se aproximó a esta diciéndole:
- Hola tortuguita, vengo a proponerte que compitamos en una carrera el día domingo.
La tortuga se quedó anonadada y contestó:
- ¡Me estás bromeando! Yo soy muy lenta y la carrera no tendría emoción. Aunque, ¡quién sabe ¿verdad?!
- ¿Cómo dices? Supongo que no tienes idea de lo que es competir contra mi. Podría apostar cualquier cosa a que no te atreverías...
- Iré el domingo a esa carrera.
Una vieja tortuga le dijo:
- Tú eres lenta, pero constante; la liebre veloz, pero inconstante ve tranquila y suerte, linda tortuguita.
Llegó el día domingo con un esplendoroso sol. En el campo de los deportes reinaba una gran algarabía.
- ¡Tortuguita, retírate! La tortuga no daba su brazo a torcer.
La liebre, después de haber corrido un gran trecho se dispuso a dormir y cuando despertó continuó riendo porque la tortuga llegaba entonces a su lado.
- ¡Sigue, sigue! Te daré un kilómetro de ventaja, me voy a merendar.
Después de merendar, se dispuso a salir tras la tortuga, a quien ya no se la veía tan lejos.
La liebre había sido excesivamente confiada y optimista, menospreciando en demasía a la pobre tortuga, ya que cuando quiso darle el alcance era demasiado tarde, pues estaba llegando a la meta y ganando el premio.
Moraleja de la tortuga y la liebre
Este cuento nos deja como moraleja que, la perseverancia y constancia dan buenos frutos. Por otro lado, el ser arrogantes sólo nos traerá problemas.