Salud
Pasión por el dulce
Los niños son muy dados a comer golosinas, helados, chocolate y cualquier tipo de dulce en general. Son verdaderos apasionados.
Los niños son muy dados a comer golosinas, helados, chocolate y cualquier tipo de dulce en general. Son verdaderamente apasionados de estos productos de colores llamativos y sabores explosivos, pero no tienen en cuenta los problemas que acarrea su consumo.
A los niños les gustan los dulces. Y los padres lo saben muy bien, tal vez porque ellos mismo también los disfrutaban cuando eran críos o simplemente porque ven cómo sus hijos los piden cada dos por tres. Es habitual en muchas familias motivar al pequeño a realizar una tarea prometiéndole que le darán un dulce a cambio. Así salen a relucir las típicas frases "si haces los deberes te compraré golosinas" o "recoge tu habitación y te daré otro polo". Es una forma de incentivar a los niños a hacer sus faenas, pero también a tenerlos ocupados, que ya se sabe que ellos tienen un ritmo y energía mayor que los adultos. Tienen que estar constantemente haciendo algo.
Pero comer dulces tiene su parte negativa, claro. ¡No todo iba a ser bueno! Lo explicábamos en otros artículos como ¿Puedo darle dulces a mi hijo?, pero nunca está de más hacer hincapié en ello. Sabemos que un niño necesita consumir hidratos de carbono, que a su vez producen azúcar, hasta que estos representan el 50 % del total de nutrientes que requiere diariamente. El problema viene cuando se consumen de manera desordenada. El azúcar de los dulces provoca una falsa sensación de "estar lleno", por eso después de comer dulces es común no tener apetito. Y si no come lo que realmente debe comer, se está privando de proteínas, grasas, minerales y vitaminas. Pongamos como ejemplo los helados. Son nutritivos, sabrosos y refrescantes pero también más calóricos que otros postres lácteos (yogures, flanes, etc.) por su contenido en grasa y azúcares. La grasa es buena desde el punto de vista energético, pero en el caso de los helados son en un 80 % de media grasa saturada. Este tipo de grasas son precisamente las que debemos evitar a toda costa.
Dulces más saludables
Hoy en día podemos criticar el alto nivel de grasas que tienen estos productos, pero la situación era más alarmante hace años. Quién no recuerda los antiguos Bollycao en los que venía una pegatina que siempre estaba mojada por el aceite, tanto que se podía ver a través del sobre de papel que lo cubría. Poco a poco la sociedad se ha ido concienciando, la demanda de productos más saludables es mayor y las empresas se han visto obligadas a adaptarse modificando la composición de sus dulces. No es de extrañar pues, que Panrico se animase a lanzar Bollycao Balance, un variante del producto original que contiene menos grasas, menos azúcares y menos calorías que el anterior. Pero ojo, que este tipo de bollito con chocolate no sea tan perjudicial como el clásico no significa que sea aceptable en una dieta adecuada.
Otro ejemplo es el de Kellogg, que comercializa en Estados Unidos las marcas Pop-Tarts y Cheez-It y que ha decidido reducir la cantidad de calorías, grasas, azúcar y sodio en estos productos. En aquel país hay un serio problema de obesidad provocado por el consumo de productos con alto valor calórico. Para que os hagáis una idea, en 2008 el 26,1 % de los mayores de 18 años presentaba problemas de sobrepeso, medio punto porcentual más que en 2007. Así pues, es comprensible la guerra abierta entre las instituciones y asociaciones con los fast food, fabricantes de dulces, etc.
El límite de los dulces
Pero aparte de los problemas que acarrean el consumo desmedido de estos productos, está el factor sicológico. Decíamos antes que los dulces pueden servir para incentivar al niño a hacer una tarea, ¿pero qué pasa cuando les dejamos comer sin más? Es muy común que los padres intenten controlar a sus hijos, mientras que los abuelos, mucho más permisivos, no tienen reparo en que coman cuando quieran. Es una tendencia difícil de cambiar, cierto, pero tengamos en cuenta que el futuro alimenticio de tu hijo depende en buena parte de los hábitos que coge durante sus primeros años de vida. Podéis encontrar información al respecto en el libro "La alimentación de tus niños. Nutrición saludable de la infancia a la adolescencia" (2005) publicado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Dar un dulce porque sí refuerza la conducta de tener las cosas cuando uno quiere y sin mayor preocupación. Y eso es algo que debemos evitar. El niño tiene que aprender que tiene que haber un esfuerzo por su parte.