Cuidados
El corte de digestión: qué es y cómo evitarlo
«Antes de entrar en el agua tienes que dejar pasar dos horas para hacer la digestión, si no, te dará un corte de digestión». ¿Te suena? Es el «corte de digestión». ha ido pasando de padres a hijos y así durante varias generaciones. ¿Pero se puede producir realmente? ¿Qué es exactamente?
En esta época de verano, y con el asfixiante calor de algunos días, es muy habitual que los niños se refresquen yendo a piscinas o playas. Es entonces que los padres les dicen aquello de "antes de entrar en el agua tienes que dejar pasar dos horas para hacer la digestión. Si no, te dará un corte de digestión". El concepto del corte de digestión ha ido pasando de padres a hijos y así durante varias generaciones. ¿Pero se puede producir realmente? ¿Qué es exactamente?
Antes que nada, hay que señalar que el término es incorrecto. Los problemas que ocurren al introducirse en el agua se relacionan más con otros aspectos que con la digestión o el aparato digestivo. El término adecuado es síncope de hidrocución, que puede producir náuseas, vómitos, mareos y sudor hasta perder el conocimiento. En el peor de los casos, puede darse un paro cardiaco o cardiorrespiratorio.
Este síndrome de hidrocución se produce por el cambio de temperatura al que se somete la persona al entrar bruscamente en el agua. Si está sometido a altas temperaturas, la sangre circula por los tejidos superficiales del cuerpo, pero al entrar en el agua fría la sangre se desplaza rápidamente hacia los órganos internos provocando diversas alteraciones.
Por otra parte, mientras se está produciendo la digestión no se deben realizar esfuerzos físicos muy fuertes, porque toda la sangre se va hacia el estómago durante ese proceso. Pero esto no tiene nada que ver con el agua; puede darse también corriendo o montando en bici.
¿Tiene entonces sentido tener que esperar dos horas para bañarse después de comer? Realmente no. Hay que entrar en el agua con lentitud, mojándose poco a poco para que el cuerpo se acostumbre al cambio de temperatura y procurar no hacer un esfuerzo físico importante. Evidentemente, es un poco difícil convencer a un niño de que debe entrar lentamente en el agua y de que una vez dentro no se mueva mucho, por lo que es conveniente que no entre a la piscina hasta pasadas un par de horas. Si se trata de un bebé, entonces es mucho más fácil controlarlo y asegurarse de que entre correctamente.